L´argent, par définition, n'a pas de conscience (paráfrasis de A. Camus, Témoins n. 5)
Sapere aude! (I. Kant)
Un peu d'agitation donne du ressort aux âmes, et ce qui fait vraiment prospérer l'espèce est moins la paix que la liberté (Du contrat social, JJ Rousseau)
"la historia está repleta de credos e instituciones que son de valor incalculable al principio, y quedan obsoletos y casi inservibles después" (Walter Bagehot)
"El hombre que encuentra que su patria es dulce no es más que un tierno principiante; aquel para quien cada suelo es como el suyo propio ya es fuerte; pero sólo es perfecto aquel para quien el mundo entero es como un país extranjero" (Hugo de San Víctor)
"Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo." (Abraham Lincoln)
"What counts in life is not the mere fact that we have lived. It is what difference we have made to the lives of others that will determine the significance of the life we lead." (Nelson Mandela)
domingo, 28 de abril de 2013
ECONOMÍA DE LA EMPRESA - OLIMPIADAS DE ECONOMÍA
jueves, 25 de abril de 2013
ECONOMÍA DE LA EMPRESA - TEST FINAL SOBRE LA MATERIA
sábado, 20 de abril de 2013
ECONOMÍA - EL PAPEL DEL DINERO
¿Qué ocurriría si no se diera el proceso de creación de dinero por parte de los bancos? No existiría la posibilidad de aumentar la base monetaria a través de la generación de deuda y los recursos monetarios no darían para financiar el crédito de tantos agentes económicos.
Inserto a título de ejemplo un extracto de la citada película. Aquellos de ustedes que han optado por ver esta película deberán responder al cuestionario que sobre la misma figura al final de las actividades del tema 9.
ECONOMÍA - CUESTIONARIO SOBRE "INSIDE JOB"
miércoles, 17 de abril de 2013
ECONOMÍA - CÓMO VER INSIDE JOB
Reedito una nota que publiqué en este mismo blog hace unos meses y que versa sobre ese mismo asunto para que todo el mundo disponga de algo de información sobre el asunto.
La comentaremos mañana, jueves 18 en clase, pero quienes estén en Lisboa estos días también podrán echarle un vistazo antes de ver la película.
Uno de los problemas que hizo arrancar la crisis fue la generalización de los bonos de titulización a prestatarios poco solventes.
El Fondo de Titulización es gestionado por una empresa llamada Sociedad Gestora, que, siguiendo el mismo argumento, como prevé entradas de fondos bastante regulares (pagos de las mensualidades de los hipotecados), emite activos financieros de renta fija (bonos, similares a las letras del tesoro o a los bonos que emiten las empresas cuando quieren pedir prestado mucho dinero) que vende en la bolsa. Esos bonos, para poder ser vendidos sin problemas en el mercado, tienen que tener el visto bueno de agencias de valoración y la garantía de entidades financieras.
- Los bancos prestaron más de lo que debían, dando por hecho que el crecimiento en el valor de los inmuebles compensaría los riesgos de que algunos prestatarios fueran insolventes.
- Colocar los préstamos en Fondos de Titulización les permitía volver a contar con los mismos fondos que habían prestado, y volvían a prestar dichos fondos.
- Las agencias de valoración en los casos de emisión de los bonos de titulización fueron negligentes y dieron por buenas muchas emisiones de bonos dudosas.
- Uno de los principales papeles de los bancos centrales en un sistema capitalista es exigir a los bancos que, de todo lo que los ahorradores les dejamos en forma de depósitos, dejen un porcentaje sin prestar para poder hacer frente a los pagos diarios. Ese dinero es muy poco rentable y por eso los bancos intentan minimizarlo. El porcentaje que se obligó a mantener a los bancos para sus operaciones líquidas, dentro del espíritu de los acuerdos de Basilea, fue disminuyendo progresivamente, y era menor cuanto menos arriesgados se consideraban los activos en los que los bancos invertían. En este sentido, los reguladores (Bancos Centrales) consideraron que los bonos de titulización no eran activos muy arriesgados y exigieron a los bancos reservar menos dinero en efectivo por ellos que por otros préstamos.
- En algunas ocasiones los propios bancos que habían cedido los créditos hipotecarios en primer lugar eran los que suscribían buena parte de los bonos emitidos, pues las Sociedades Gestoras no eran capaces de colocarlos a nadie más en el mercado, con lo que seguían teniendo los riesgos debidos a esos clientes poco solventes, pero a efectos legales (requisitos de solvencia por parte de los bancos centrales) dichos riesgos eran menores que si fueran préstamos directamente concedidos por ellos.
martes, 16 de abril de 2013
ECONOMÍA - DOSSIER
domingo, 14 de abril de 2013
MARKETING INTERNACIONAL
sábado, 13 de abril de 2013
jueves, 11 de abril de 2013
ECONOMÍA DE LA EMPRESA - MUESTREOS ESTADÍSTICOS
ECONOMÍA - PIRÁMIDE DE PONZI
martes, 9 de abril de 2013
MUERTE DE JOSE LUIS SAMPEDRO
EL MUNDO – Miércoles, 31 de diciembre de 2008
La avaricia rompe el saco
La codicia ha socavado la prosperidad con su exageración permanente, convirtiéndose en la avaricia del anciano que se abraza a su bolsa llena, ansioso de aumentar su botín
La historia Por José Luis Sampedro
Sin duda alguna la cuestión palpitante ahora en nuestro mundo es la crisis. En los hogares y en las empresas se sufren las consecuencias; en los parlamentos, en los medios y en las tertulias se analizan sus efectos y, sobre todo, sus causas. Pero la explicación clara y definitiva nos la ofrece la sabiduría tradicional: «La avaricia rompe el saco». Pese a no ser sinónimos, hoy la palabra «codicia» se asocia inevitablemente con la palabra «crisis».
La crisis, por supuesto, es la financiera. Hay otras, algunas tan graves como la alimentaria o la climática, pero la financiera las eclipsa. Prueba de ello es la conferencia mundial de la FAO: no consiguió reunir ni siquiera 20.000 millones para aplacar el hambre de los países pobres mientras que para enmendar los disparates y estafas de la gente rica han salido cientos de miles de millones (y todavía siguen saliendo) de los paraísos fiscales, las cajas secretas, las hábiles contabilidades y otros ardides de la ingeniería financiera. Los banqueros aparecen como los malos de la película, pero se olvida que no operan en el vacío sino dentro de un sistema y en estrecha interdependencia con él, lo mismo que el corazón en el cuerpo humano. Los banqueros se han excedido, sin poder evitarlo, porque el sistema es codicioso por naturaleza. Esta crisis no es una enfermedad en un cuerpo sano y robusto, sino al revés: toda la estructura de ese cuerpo social está desquiciada. La crisis no es una fiebre juvenil sino una deficiencia senil.
No es que el capitalismo sea malo sino que está agotado y se revela incapaz ante un mundo diferente del que le hizo nacer. En sus comienzos, hace cinco siglos, su codicia radical le impulsó a descubrir océanos, colonizar continentes, alentar un humanismo frente a oscuridades teológicas, sembrar ideas con la imprenta y fomentar el pensamiento y la riqueza: el sistema de vida occidental se hizo con el dominio del mundo. Pero esa misma codicia ha socavado la prosperidad con su exageración permanente, convirtiéndose hoy en la avaricia del anciano que se abraza a su bolsa llena con temor de perderla pero todavía ansioso de aumentar el botín.
La codicia siempre exagerada y el capitalismo insaciable carecen del sentido del límite. En la antigua Grecia respetaban a una diosa, Némesis, guardiana de los límites y perseguidora de sus transgresores.
Otras culturas han ensalzado la serenidad y el equilibrio, la vida tranquila o la armonía con la Naturaleza, pero la codicia capitalista no está satisfecha y llama progreso al aumento constante de bienes y productos. La población mundial se ha triplicado a lo largo del siglo XX, sin que los recursos naturales hayan podido crecer lo mismo. Diversos estudios, que coinciden en lo esencial, muestran que desde fines del pasado siglo la regeneración de los productos naturales de la Tierra ya no restituye el consumo. Se piensa más o menos que sólo para dar a toda la población el nivel de vida de España haría falta tres planetas como el nuestro.
La palabra codicia tiene una acepción taurina que alude al ímpetu con el que embisten algunos toros y, ese significado es aplicable al capitalismo, que es esencialmente predatorio, sin respeto a la naturaleza ni tampoco a las personas. Desde que en sus orígenes el hombre se erigió en el Rey de la Creación, ha explotado sin reserva los recursos del planeta. Todavía en los primeros tiempos, el famoso médico y filósofo Paracelso insistía en que a la naturaleza se la vence obedeciéndola, pero esa precaución pronto quedó olvidada, en contraste con otras culturas, que consideran sagrados un árbol o una fuente. Ni siquiera se respeta siempre al prójimo, se violan los derechos humanos a pesar de proclamarlos. Con la globalización el dinero, valor supremo del sistema, circula sin barreras, mientras el movimiento de las personas se restringe con métodos tan anacrónicos como erigir vallas y muros.
Ante tanta prosperidad en las grandes urbes de los países desarrollados muchos se resisten a admitir la decadencia de tal poderío. Olvidan con eso la experiencia histórica de todos los grandes imperios. Desde Asiría y Babilonia hasta nuestros días, tuvieron su decadencia y ocaso. Fenómeno descrito magistralmente hace ya seis siglos por Aben Jaldún, un musulmán cordobés autor de una historia de los beréberes. Otro andaluz, el poeta Rodrigo Caro, acuñó ante las ruinas romanas de Itálica estos hermosos versos: Las torres que desprecio al aire fueron/a su gran pesadumbre se rindieron.
El capitalismo se rinde ya a su codicia. Hace cinco siglos Europa era una explosión de afanes en aventuras creadoras. Las gentes se embarcaban en frágiles navíos y cruzaban océanos para llegar a tierras ignotas; los mercados prosperaban en las ciudades, las universidades se multiplicaban y la imprenta sembraba ideas nuevas y audaces. Aquel espíritu de aventura se ha convertido hoy en un afán de seguridad y en un repliegue a refugios protectores sacrificándose las libertades a una supuesta seguridad. Occidente vive ahora en el miedo y hasta los ciudadanos del país más poderoso de la tierra viven en constante temor, soportando controles y restricciones.
También Roma, dominadora del mundo de su tiempo acabó desmoronándose y cayendo en un estado de barbarie y desorden. No estamos muy lejos de una situación semejante, porque la barbarie consiste en la destrucción de los valores básicos de una cultura y eso precisamente está ocurriendo en nuestro tiempo. Asistimos a violaciones de la Justicia y los Derechos Humanos, ataques a la libertad, simulaciones de democracia, deconstrucciones de la familia y hasta las mismas religiones y sus iglesias tienen sus crisis. Pero, imperturbable, la codicia continúa.
¿Caerán en saco roto estas observaciones? Es de temer que sí, como la de tantos otros, pues no soy el único en formularlas. Ya lo dijeron los clásicos: «Los dioses ciegan a aquellos a quienes quieren perder», pero lo vean o no, la codicia está rompiendo el saco.
José Luis Sampedro, economista, escritor y académico de la lengua, acaba de publicar Economía humanista: algo más que cifras.